miércoles, 2 de diciembre de 2015

Día sangriento en el Pueblo de Ponce




El 21 de marzo de 1937 ocurrió uno de los episodios más violentos en la historia de Puerto Rico. En esta fecha se organizó una marcha en el Pueblo de Ponce para protestar por el encarcelamiento del líder del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Esta actividad fue publicada dos días antes del evento en el periódico El mundo, indicando que se estarían reuniendo frente al Comité Nacionalista de Ponce.



Esta marcha no era patrocinada por el gobierno de la época por lo que movilizó al jefe de la policía, el Coronel Orbeta. Este se reunió con los ayudantes del gobernador Blanton Winship y con el Capitán Felipe Blanco que era el encargado de la zona policiaca de Ponce con el propósito de paralizar dicha marcha. Luego de estas reuniones el Coronel Orbeta vuelve a San Juan para reunirse con el gobernador a discutir esta situación. El gobernador y su ayudante, el Sr. José Ramón Quiñones decidieron ordenar refuerzos al área de Ponce ya que se había determinado que la marcha sería una ilegal por ser de carácter militar. 


Los nacionalistas hicieron la petición para hacer la marcha al gobierno a pesar de que las leyes de la Isla permitían celebrar desfiles o actos públicos sin necesidad de pedir permiso. Cuando el alcalde José Tormos Diego regresó a Ponce de unas vacaciones fuera de Puerto Rico, el 20 de marzo, los nacionalistas Plinio Graciany y Lorenzo Piñeiro le visitaron en su casa y el Alcalde les prometió que daría el permiso en la mañana del domingo. En las primeras horas del domingo, mientras llegaban a Ponce los refuerzos policiacos armados con carabinas y ametralladoras, dos nacionalistas se dirigieron a la oficina del Alcalde a buscar el permiso que les fue prometido.

El Coronel Orbeta se reunió con el Alcalde y con el Coronel Blanco para cuestionar sobre el permiso brindado a los nacionalistas para hacer cumplir la marcha, reclamando que la misma sería una marcha militar. Lo que causó que el Alcalde revocara el permiso por el hecho de que el Coronel Orbeta lo responsabilizó de cualquier derrame de sangre que ocurriera en este evento. La revocación del permiso advertía que la policía no iba a permitir ninguna actividad realizada por los nacionalistas. Los nacionalistas fueron advertidos de esta situación pero aun así decidieron seguir con su actividad. 



La Policía cubrió la esquina donde estaba ubicada la Junta Nacionalista en la Calle Marina, entre la Calle Aurora y la Calle Jobos. Mientras tanto, los Cadetes de la República y el Cuerpo de Enfermeras se organizaban en tres filas. Los cadetes vestían un uniforme con pantalón blanco, camisa negra, una gorra negra y, en la manga izquierda, una cruz de Calatrava. Al frente de la columna estaba el Capitán de los Cadetes, Tomás López de Victoria. Las jóvenes formaban el Cuerpo de Enfermeras, tenían uniformes blancos y marchaban detrás de los jóvenes. Al final estaba la banda compuesta de cinco o seis músicos.





La banda musical ejecutó La Borinqueña, e inmediatamente el Capitán del Cuerpo de Cadetes, Tomás López de Victoria, dio la orden de marchar. En el preciso momento en que se disponían a hacerlo, el jefe Soldevila levantó una fusta indicándole que no podían marchar a Lopez de Victoria. El policía Armando Martínez corrió desde la esquina frente a la Junta Nacionalista hacia la Calle Marina, haciendo un disparo al aire, lo que desató ráfagas provenientes de armas de distintos calibres. Murieron en el acto ocho personas, y más tarde otros que sumaron un total de diecinueve. Los policías Ceferino Loyola y Eusebio Sánchez murieron víctimas del fuego cruzado de sus compañeros de armas. Murió también la niña Georgina Maldonado de 13 años, un empleado de una gasolinera cercana, José Antonio Delgado, miembro de la Guardia Nacional quien pasaba por la escena de los hechos, y catorce nacionalistas. 



Poco antes del tiroteo el Coronel Orbeta y el Capitán Blanco revisaron el área de la concentración y se marcharon en un auto de la Policía a pasear por Ponce, regresando al área después de haber terminado el tiroteo, ordenando el arresto de todos los que se encontraban en los alrededores. 



El 22 de marzo, el Gobernador Winship en unas declaraciones a la prensa hizo responsable de la tragedia a los nacionalistas. El Lcdo. Rafael V. Pérez Marchand, fiscal de Distrito, logró realizar una extensa investigación de los hechos y ordenó el arresto de cuatro policías, por el delito de asesinato y 23 nacionalistas por participación en el motín. El gobierno de Winship ejerció presión sobre el fiscal para que enmendara el informe y Pérez Marchand renunció a su cargo luego de concluir el Informe de su investigación. Varios ciudadanos de Ponce solicitaron a la Unión Americana de Libertades Civiles que realizara una investigación sobre los hechos ocurridos el 21 de marzo. Se constituyó una Comisión investigadora de las causas de la matanza de Ponce, presidida por el Lcdo. Arthur Garfield Hays, estadounidense delegado de la Unión Americana de Libertades Civiles. Dicha comisión realizó una investigación exhaustiva sobre estos hechos, y en su Informe culpó al gobernador Winship de la matanza, la que denominó como Masacre de Ponce.




La Comisión determinó que los cadetes no llevaban armas, que los policías rodearon a los cadetes, encerrándolos por los cuatro costados, y que no dejaron lugar para que la multitud se protegiera. No obstante, el gobierno acusó de asesinato a los nacionalistas Luis Castro Quesada, Julio Pinto Gandía, Lorenzo Piñeiro, (Presidente y Secretario General Interinos del Partido Nacionalista), Plinio Graciani, Tomás López de Victoria, Casimiro Berenguer, Martín González Ruíz, Elifaz Escobar, Luis ángel Correa, Santiago González y Orlando Colón Leyro. En el juicio pautado para febrero de 1938, los nacionalistas fueron defendidos por los abogados Ernesto Ramos Antonini, Felipe Colón Díaz, Víctor Gutiérrez Franqui y Miguel Bahamonde. Sirvieron de fiscales los abogados Francisco García Quiñones y Pedro Rodríguez Serra, presidiendo la sala el juez Roberto H. Todd, hijo. El jurado no pudo ponerse de acuerdo y absolvieron a todos los nacionalistas.








Aquí pueden ver un documental que explica detalladamente todo sobre la Masacre de Ponce.




Podemos concluir que la situación fue una muy negativa para el pueblo de Ponce y para la isla entera de Puerto Rico ya que fue un evento que marco la historia de la isla con sangre. Pudimos ver como el gobierno de la época manejaba los valores y los privilegios a los ciudadanos como le daba la gana. Si según era un pueblo democrático permitía que las actividades y manifestaciones se completaran sin tener permiso se cumplieran, ¿porque no se podía completar una actividad que criticara los actos del gobierno pasivamente? Entendían que era una amenaza y que el gobierno solamente podía tener influencia sobre el pueblo. Se abusó de los derechos civiles de las personas que estaban presentes en esa marcha e incluso le quitaron la vida a personas frente a sus familiares. No es un evento que refleje lo positivo de nuestra isla.



Referencias: 

Rosado, M. (12 de septiembre de 2014). Masacre de Ponce (1937) [Mensaje en un blog]. Recuperado de http://www.enciclopediapr.org/esp/article.cfm?ref=06102005&page=1


Millán, R. (21 de marzo de 2015). Siete décadas no anulan tragedia [Mensaje en un blog]. Recuperado de http://www.periodicolaperla.com/index.php?option=com_content&view=article&id=3762:masacre-de-ponce-tres-cuartos-de-siglo-no-esfuman-la-tragedia&catid=81:locales&Itemid=198